Aromas de un fuego ansioso

Sin quererlo entré en un trance
al ver como esa llama
se mueve con tanta gracia.

¡Cómo sube y baja su intensidad,
cómo lo hace con tanta soltura!

Y cómo da infinitas vueltas al son
del piano que llora en esa Berlín del 73
que Lou Reed pintó cuidadosamente
y que ahora retumba en mi cabeza.

Yo puedo ver, llama roja y ansiosa,
cuánto deseás salir de ese frasco
lleno de aromas tan triviales.

Cuánto deseás escapar para probar
los olores más desagradables.

Y sin embargo, seguís dando vueltas
por tu frasco, como si buscaras
un gas eterno que jamás te harte.

¡Por favor, dejá ya ese mal hábito,
que lo único que lográs es irritarme!
Vos mejor que nadie sabés
que nunca vas a encontrarlo.

Así que ya dejate de ilusiones
y en su lugar te invito a apreciarte
en tu eterna y crujiente sombra.

Y quiero que me digas, llama ingenua;
¿Ves poder o miedo en ese brillo chirriante
que enmarca tu rojo amarillento?

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