¡Oh, calandria que embriagas con el aria triunfal
del amor mi jardín! ¿De qué sirve el reposo?
Con tus labios sangrientos y tu porte azaroso
todo es zarza, rosales… y una aurora imperial.
También debe, el que adora, una hora fraternal,
pero allá el ritornello de tu fuego virtuoso,
todo es fiebre y es pompa… tú, mía, yo celoso;
y el eco hiperestésico de un baile sin final.
Tras tu veste de tules, como sombra del lirio,
solo hay jaspe, ordalía, terciopelo y furor.
Pero viendo los ojos, que no pinte el pincel.
¡Un trino de inocencia! Consiente a mi delirio
una brisa vernal, como un pacto de honor.
Bésame con amor… y miénteme sin él.