Bajo la luna creciente,
paseamos la playa.
Tu piel tiene el color más pálido.
La blusa te ha florecido,
y se abulta, hermosa,
a la primavera.
Me hablas, abriendo tu vida
a mi atención,
y yo escucho,
mecido por tu voz,
a la que imitan las olas
que desmayan en la arena,
donde se desvanece la espuma.
Nuestros pasos quedan
como una canción a dos voces,
que escuchan la estrellas,
asomadas a la noche,
curiosas de mirarnos,
acompasados de las manos,
con el mismo balanceo
que mueve a la orilla,
al ritmo del mar.