Arcos

Mi témpano de hielo aún desliza en su temporal desplazamiento,
el cruce Shibuya y la falsificación entre sombras,
coincidir como círculos y triángulos, a
veces antónimos derivando a bañarse de voces de ámbitos lacónicos,
sentando los reales hacia otros intelectos, profundizando inscripciones en otras suertes.

¡Amado y temido sol!
salvarme de la colisión implica transformarme hoy en buitre,
un bloque de cemento apartado a tus dos posturas que me gritan como un rayo inconcluso, impetuoso, furibundo.
Un extinguidor en la matriz del tonelaje bruto, el esófago del astro y el prodigio de su tez, abarcando la agresión de la amnesia, ablandando con los ojos divinos, cuando repone y repara, cuando se esparce en vapor dentro de la cualidad cabal del universo,
cuando acciona empáticamente un contador y un profesor de desapego ajeno,
que hoy realmente se preocupa por ti…

Diez minutos y subestimar la sangre chorreada en la playa, la exagerada y repentina marca de un temblor en el tabique en la sala, la prescripción de un edén a nada de destender la población sin número exacto de víctimas y sanadores en cada rincón silencioso de sus carnosos recuerdos.
Y en el epílogo del crepúsculo se puede descender repetidamente, porque en mis raíces negativas quiero todavía abrazar cada efecto y síntoma de la soledad.
Fusilar el cartílago de Soledad y el fuego cruzado, la bestia anónima averiguando la altura y la sustancia en el portento de algarabía, que también y colateralmente tiene un matiz de drama en forma de Caos, de un juego sagrado copiando tus labios para cobijarse mientras un tumor glacial paraliza un bosque hechizado en nosotros, el dictado de cosas que prometimos si esto pasara, y hasta nuestro lado más hermoso, tristemente invisible, en otro plano, subacuático y custodiado bajo el acecho de un abismo impenetrable, danzando en el solarium de un camarote su tierna alma navegando por tu sangre junto a ese ángel a quien a menudo cercenan su acendrada lengua de amor, su serie maldita de esperanza.

Y me dejarás partir
desfigurando el adorable apocalipsis
el inevitablemente regüeldo del destino
la planeación anticipada al cocinar lo suyo…
Y entumecerán las orejuelas de las aurículas, la discordia de estos cuerpos que se piden sin fianza en la farfallosa etimología del placer maduro más allá de las sábanas escribiendo partituras y por si acaso estirones y descargas en el secreto mamífero karmático de la necesidad fisiológica, cuando juntos
añoran la cúspide del sistema tugumentario , el jadeo aleccionador y la venganza surrealista genital satisfactoria de saliva, en lo estándar de ser en otro invento de materia idéntica, y naufragar sin encallar en las ramas de la vida,
en las costras paralelas de calles, así como en los pliegues descafeinados de combinación de gente, que desde sus propios y sucios cráteres, se ensimisman en su objetivo poco práctico y muy corto de vísperas harapientas de felicidad, sin acentos ni graduaciones, cansadas de guardar tanto silencio y parecer idiotas que miran bien como pueden ser manipulados por la cuchara que adrede sigue arrojando tierra desde la curva más triste del panteón en turno, con la encomienda irregular de no conquistar jamás la paz en nada.

Porque no hay isla entre los dedos de una historia donde todo huele a detalle,
ni trinchera para dos adictos al deseo hacia lo templado de una habitación
como también de imposibilitar por vocación entregar y recibir la consideración de una criatura a la par, o incluso en dimensiones inimaginables y hasta en los arcos de una milésima de segundo cuando parece amagalmarse a la cintura atropellada de una fantasía, balbuceando el don y rítmica de sus últimas palabras torcidas.

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Sin palabras… :heart:

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