Epígrafe:
«Y todos ofrecieron
a sus empimpollados hijos en rosa de nata
a los ardientes brazos de Molok». (Ch. G.)
En su errabundo caminar
contra el difuso horizonte
nítido
se divisaba el puntiagudo otero
y una vez a su falda
hubo que subir hasta la encumbrada ara
de cuatro cuernos “esquinales”
para esparcir de sangre
sobre los cuernos azules
de la enmohecida piedra plateada…
Y una vez finiquitado el sangriento ritual
quedarse un rato allí a contrabrisa
en aquella miranda inútil
donde por asesinato nada crece.
Chane García.
…