Fueron tantos
los pasos
que he intentado seguir
y aprender de las huellas
que cubren el camino,
con mis zapatos
rotos
revelando miserias
y una mochila gastada,
de tanto cargar
la nada
Compartiendo el pan con mortadela
y las rodillas usadas,
sucias,
manchadas de verdes pastos,
con cicatrices de asfalto,
de golpes en la frente
y lágrimas de escarcha
con un frío de muerte.
Y aquella guitarra vieja
de cuerdas desafinadas
acompañando baladas
escritas…
para el turno de mi amada.
Eran épocas libres
sin pecado de amar,
sin barrotes al alma,
la ilusión de volar.
Aprendi con el calor
de tantas manos,
nos besamos al sudor
de nuestras pieles,
y enfrentamos nuestros miedos
con barba y boina calada,
con pelo largo…
y detras de barricadas
Y así aprendi…
aprendiendo a honrar la vida,
a defender el amor
como única medicina,
quedaron asignaturas
que aun no logro
examinarlas,
cuando las tenga
estudiadas…
el muchacho que fui
que responda…
porque ya con tantas canas,
casi,
casi que no quedan ganas
y de aprendiz en la vida,
es mi oficio
cada día.
En fin, qué decir… Es súper bonito. Un “camino de Santiago” desde la juventud a las canas. Somos peregrinos de nuestro propio camino y aprendices de nuestra propia vida, siempre.
Me ha encantado .
Muy bueno tu poema, que refleja el incesante aprendizaje del alma, que siempre refleja juventud, en tanto tenga la actitud de aprender!
Saludos cordiales y poéticos, @Liberarce !!
El camino de la vida en unos maravillosos versos…
Todavía queda camino para andar en un continuo aprendizaje. Renovarse o morir…
Seguiremos siendo aprendices, amigo, eso es vivir.
Precioso tu poema, muy de los tuyos…
Un abrazo fuerte, amigo!
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