Aprender a sonreír,
junto al río, de mañana;
para luego, por la tarde,
reirle al mar a carcajadas.
Aprender a imaginar
yendo siempre cuesta arriba;
para luego en la montaña
soñar con vivir la vida.
Aprender que las palabras
por sí solas no te inspiran;
pero si las juntas bien…
Amigo, eso es poesía.
Aprender que son los ojos
reflejo de maravillas
para el corazón que ama;
pues ciego en ellos se mira.
Aprender que los sonidos
son nuestra psicología;
pero que son los silencios
nuestra mejor sinfonía.
Aprender que no enseñar,
muchas veces, significa
la diferencia increíble
de ignorar alternativas.
Yo sé que te aprehendí
cuando me enseñaste a amar;
aprender a amarte es
lo único, sin par ni igual.
Un consejo es aprender,
otro es aprender a amar
y, por último, no hay tiempo
libre para nada más.