Cuando de veras me persigue el miedo
no sé si aún apuesto por la vida,
si bajo la amenaza de un torpedo
vivo, obviarlo sería de suicida.
Si basta que expresarme se me impida
para andar disfrazando cuanto opino,
si hasta desperezarme se me olvida
temiendo que me acusen de cretino.
Será que acostumbrándome a hilar fino
mantengo los instintos en cintura,
que si a perder llegara incluso el tino
pagar me tocaría la factura.
Que oscuro se presenta aquí el mañana
para quienes cardar quieran la lana.