Estoy solo, conmigo mismo,
cantando anhelos al tiempo.
Afuera nadie ve, nadie canta,
brilla el desamor de una hoja
que fue un milagro de primavera.
Aquí no soy nadie, todos
están ciegos, no soy un cobarde.
Tú eres amor gradual,
los que no te conocen
escasamente respiran
el aroma de la mañana.
Soy el último pájaro
que sueña con la mano
que sangra la tristeza.
Heridas del ocaso incierto
que recogen las palabras
del campo.
Mi amor es un recuerdo, un milagro
en el alba, la llanura
en el horizonte.
La quietud tiene sabor
a victoria, a miradas
del aire, a callejones
sin viento.
Estoy acostumbrado
a las palabras que saben
a silencio.
A los abrazos
de mi memoria, a la última
playa, al frío desnudo.
He desvelado la sombra
sin escolta, la tarde
sin lanzas.
El dolor sin pedregales, la ambición
sin su muerte, la treg
ua
sin pausa.
Quisiera…
— Maquinista Mute —