Una vez he logrado mi objetivo
de alcanzar cierta calidad de vida,
¿qué más puedo pedir a mi medida
si a MI VEJEZ no ofrezco un incentivo?
Si del azar me muestro tan esquivo
no busco soportar otra embestida,
que incluso el ego estúpido me pida
porque se sienta todavía activo.
Pues firme voy andando mi sendero
hasta que lúcido mi cuerpo aguante
y cada día se levante sano,
sin reclamar ayuda al gondolero
para seguir sin réplica adelante
bien lejos de las garras del tirano.