Amores de costumbre

Apareciste de repente, como los grises en un guateque.
Sin embargo, te esperaba. Sabía que llegaría el momento, menos tarde o más temprano.
Empezaba a ser un un joven demasiado viejo para ciertas cosas.
Parecías dulce y decente. Te presenté mis credenciales:
“Tengo trabajo y soy formal”

Desde aquella, han pasado irremediables los años y el tiempo me engulle en su distancia.
Por su parte, la vida ha seguido palpitando, pero sin mí. Me pregunto, en dónde habré dejado mi pulso. Cada viernes de madrugada lo busco en un ajado cuaderno.

Por ahora, nos soportamos bastante bien. Todavía no nos tiramos los trastos ni los sueños a la cabeza.
Compartimos tres hijos, un gato y una suscripción al “Fauna Ibérica”.
Tú tienes tus cosas, yo sigo sin tener las mías.

Es la nuestra una relación a tientas. En la que cada incierto tiempo, palpamos algo del otro. Yo no sé como eres. Tú nunca me has conocido.
Es lo que hay.
Lentejas con chorizo los martes de frío.
Frugales pasiones sin pasión los días de guardar.

Somos misa de domingo, regalos de primera comunión.
Es indudable que nos queremos. Pero dudo en qué forma y medida.

Hace ya mucho que no logro distinguir, entre otoño e invierno,
entre el amor y la costumbre.

No dejes que sea cosa de costumbre. Acostúmbrate al amor.

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Que bién lo haces para que me llegue todo lo que escribes.
La maldita monotonía de los años
El desgaste de las relaciones
Ya he pasado varias veces por ese trago, amigo.
Sé bién de lo que hablas.
Brillante texto! Como siempre Carlos.
Buen fin de Semana!

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Vaya… Qué descripción más cruda y certera sobre esos “amores de costumbre”.
Hay quienes se habituan a ellos, otros hacen borrón y cuenta nueva.
Lo importante es buscar la felicidad.
Me ha gustado mucho, compi :smiling_face_with_three_hearts:.

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Un gurú de los que tanto proliferan en el bosque de la posmodernidad dijo en cierta ocasión que el secreto de la felicidad está en buscarse un/a amante. Lo desconozco, pero sí sé dos cosas. Una: que luchar contra la rutina es muy complicado, cuesta una barbaridad quitar unas pocas briznas siquiera del oxido que engarrota las relaciones sentimentales. Y dos: que el tuyo es un poema cojonudo; toca un nervio común que lo hace fácilmente propiedad del lector. Eres muy bueno, Carlos.

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No soy yo Joan, eres tú que sabes leerme bien.
Te agradezco mucho que estés por aquí.
Buen finde a tí también amigo.

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Es que a veces me pongo de un dramático que ni una folklórica :sweat_smile:
Pero tienes razón, querida Mía, encontrar la felicidad es la clave.
Gracias una vez más por tu ánimo!

Hola David, es cierto lo que dices.
Quizás tengamos que estar más atentos a ese óxido del que hablas, para que no se acumule demasiado.
Soy tan bueno como los lectores que tengo. Si estás entre ellos, el mismo Truman Capote me siento.
Un abrazo amigo.

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