Aquel amor herido mira el mar a distancia
desde una soledad pringada en abundancia.
Lo envuelven la tristeza, falsa melancolía
y hasta la tremebunda separación sombría,
juega con avatares, ayes del día a día
ante el agudo insomnio de cada noche fría.
Se ahoga en su aflicción por el tiempo perdido,
llora a escondidas cuitas, con figuras de olvido.
Lleva como divisa lealtad y constancia
y en los remolinos de su demencia fulgía
una luz salvadora que lo dejó prendido.
24-02-2023
Edel@vateignoto
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