Amores en la guerra son los buenos
muy tercos sus amantes en locura.
Aquellas pesadillas de bravura,
negadas a entender sus desenfrenos
Días de noches eternas, y serenos,
avanzan deslumbrando mi atadura.
Tentaciones siniestras sin cordura,
acaban y consumen mis venenos.
Nubes rojas delatan al traidor.
Bestia triste y perdida en inocencia;
elegante cretino y defensor
Lustre y tibia, perfecta su presencia.
Llama siempre primero al confesor.
Amaneciendo así, su nueva esencia.