Alza palomita tu acento (cuento)

¡Alza palomita tu acento!,
cuenta la historia
que alivie mi sufrimiento;
cincel en piedra de gloria,
labró tu asiento:
mata esta niebla ilusoria.

Hábil caballero amoroso,
néctar de dama,
liba en cádiz primoroso:
vid común en melodrama,
final gozoso:
la copa y el vino en llama:

Licores todos siempre tuve,
de flor en flor:
brioso colibrí yo anduve;
Ares dábame favor,
y aun mantuve
de Atenea el dulce amor.

Hasta que un día, oh paloma,
la loba parda
con sus cachorros se asoma,
y aunque el corazón me arda,
tras esa loma,
siento que rabiosa aguarda.

Y es que insistente caballero:
gaste mis días
persiguiendo ese lucero…
palomita no te rías:
el cancerbero
sólo escucha letanías:

Atado a la puerta del templo,
el interior,
solamente es su contemplo;
y al soltarle el gran señor,
a ser ejemplo,
le echa afuera con rigor…

Y tú en pináculo sagrado;
ay palomita:
cuando das tu salto airado,
al amor el templo invita:
a su costado,
¡va la dama que me excita!..

La sigo a paso vigoroso;
y tu aleteo,
me parece ya un acoso:
¡con ella siempre te veo!;
¿será chistoso?:
¡cosa una ya las creo!

¡Vaya silueta caprichosa!:
la curva es seria,
es tan justa; tan gloriosa…
¡mas alegre cual comedia!;
manjar de diosa:
estas ansias ya remedia.

¡Ay palomita!.. un misterio
su velo esconde;
quise alzarlo a mi criterio,
¿mas donde el poder del conde
rige el imperio?:
¡ese rostro siempre esconde!

Fui por el arco al concluir,
que al darte muerte,
nuestras almas han de ir
juntas en un lazo fuerte;
¡ay hombre vil:
cruenta resulto mi suerte!

De la piedra angular caíste…
junto a la pila,
tu aliento vital persiste;
«la flaca», cosecha apila,
y a ti te enviste:
ya pronto estarás tranquila.

Crucé la puerta presuroso,
buscaba ver
ese semblante precioso…
no vi más al bello ser.
¡Aire doloso:
se esfumó mi gran querer!..

Con el atuendo entre mis manos,
Fausto y Helena
−en la mente muy lozanos−,
recordaban mi pena…
¡Pasos profanos!:
por suerte mi vista es buena:

Ay paloma, casi te piso,
pero advertí
de tus alas el aviso:
¡de nuevo volvías en ti!..
Tu vuelo quiso,
¡sangre en charco para mi!

Y otra vez estás en la cumbre:
quieta reposas,
¿verte se me hará costumbre?:
siempre espinas en las rosas,
hay luz en lumbre,
mas también liquida hermosas.

¡Alza palomita tu acento!;
yo te contemplo:
¿cuándo posas en tu asiento,
es qué das algún ejemplo?
Mucho presiento:
¡La Diosa mora en el templo!


Sextilla polimética: 9,5,8,8,5,8; consonantes cruzadas

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