Almas gemelas

Estoy profundamente
a fuego y ardiendo,
profundamente enamorada de las tragedias
de todas las noches
en las que traté de ser sincera con la Luna,
las estrellas trazan el camino
hacia donde tú estás
y los dioses griegos
intentan crear constelaciones
de todos los recuerdos
y la nostalgia
de cada coche
y cada canción,
de cada voz
y cada mirada
de medianoche
en universos paralelos.
Caminaré por las calles de Cork,
bajo la lluvia de los Acantilados de Moher
mientras contemplas
a través del filtro de polaroid
que lleva tu nombre;
la ciudad donde el sol no se sienta
y se comporta,
donde el invierno danza luces tropicales
y la primavera y el otoño
se besan en la parte trasera
de la tormenta,
donde el verano es el caos
y el rey
y la reina
que todo amante espera
tener alguna vez.
Te echo de menos más
de lo que me echo de menos
cuando me rompo
y me pierdo
en la década de los 2000
con la música y la poesía
de un tiempo que ya no me pertenece;
tengo miedo de decirlo en alto,
puedo vernos como extraños
si dejo que mi corazón hable,
Madrid me matará algún día
y espero que Río te mate algún día también
para no tener más excusas
donde esconderme,
ni más hombres
ni mujeres a las que culpar.
Podemos encontrarnos en algún lugar
que solo conozcamos nosotros,
en la mitad de nada,
o fuera de cualquier país
o mundo
o de todo lo que tenemos;
estoy enamorada de ti
y siempre lo estaré
y solo lo diré una vez
y después me iré,
porque sé que el destino es caprichoso
y no le gusto demasiado,
porque somos almas gemelas
que no están destinadas a ser.
Fuiste un alma gemela
que no pudo
ser.

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