Allí estamos, puntuales al menú barato,
ruido de tenedores, rayada porcelana,
mantel a cuadros, fideos que nadan
en el plato, fritura de pescado y pudding,
el dinero y el cigarro preparados.
La llamo Señorita Gesto porque hace visajes
para hacerse entender del camarero,
es extrajera y habla mal el idioma;
se parece a la arena
después de revolcada en la arena.
Es minúscula y recibe la lluvia
como una mujer recibe a un hombre que no ama,
sin ilusión y sin prisa;
piernas como pequeñas columnas corintias,
labios pálidos que revientan en ampollas
y pechos como naranjas menudas.
No sé de dónde ha venido, ni qué hace aquí,
si es una simple turista o se quedará para siempre,
tendrá un amante que yo ni supongo
y en la cama también hará gestos,
pero yo no habré de averiguarlo.
(Poemas litorales)