Un cristal empañado
ver de Alicia dejaba su bosquejo,
y al poner en futuro mi cortejo
la escarcha hice de lado;
mas no basta pulir por dentro espejo
si por fuera ha nevado:
doble higiene se exige por parejo
Ya con vista impoluta,
cada tarde acompañaba sus retornos;
por volverme el señor de sus contornos
sopesaba su ruta.
Dulce Alicia rechaza los sobornos:
su sonrisa disfruta,
de apreciar la destreza sin adornos.
En la cumbre del beso,
con mi palma, logré sensible punto:
como mango madura todo asunto
y al pie viene su peso.
Y a pesar de ser íntegro el conjunto,
en el dueto me apreso:
contemplarla supone mi «disjunto».
Quise hablarle en secreto:
«En tu arrullo presagio que eres mía»;
susurrante me habló con ironía:
«El amante completo
conocer nunca puede la herejía;
la verdad no es objeto:
si tuya fuera Alicia no sería».