Alguna vez te vi
y cruzamos miradas.
Desde entonces,
te pensé en los silencios,
en las sombras de mis noches.
¿Me pensaste tú?
¿Al menos una vez?
Ojalá la vida fuera un musical,
así podría recitarte versos a diario,
como cuando volvimos a hablar,
como cuando, en retrospectiva,
descubrí que nunca dejé de pensarte.
A veces me pregunto
si en verdad te gusté.
Había sido herido,
me había perdido en mí mismo.
Me acostumbré a preguntar,
a inferir,
a suponer,
y se sentía extraño que, por una vez,
alguien preguntara por mí.
¿Cómo te digo ahora
que siempre hubo algo especial
entre nosotros?
Tantas historias ocurrieron en mi vida
que nunca llegaste a conocer.
¿Cómo hablarte de nuestro amor
a primera vista?
Me dijeron que te gusté,
pero ¿cómo saberlo?
¿Alguna vez me viste?
¿Oíste también esa música?
¿O acaso, distraída, miraste hacia otro lado
y te perdiste el destello en mis ojos?
¿O simplemente lo ignoraste
a propósito?
Tal vez no fue nada,
y la noche, en mi desvelo,
me está castigando
ya que el amor que profeso
es un destello, incandescente.
O quizá tan solo…
la noche, celosa, vela mi desvelo,
un alma errante, como la mía,
que mira a su sol desde lejos.
Se acurruca conmigo,
susurra preguntas sin nombre,
buscando respuestas en la sombra.