Algas, mar y piedras

Le sobrevino cabellos esmeraldas
a sus piedras brunettes.
Aparenta la desdicha de un viejo verde.
Tras el paso de los años
su piel lozana se alterará
y esa muerte celular programada
promoverá el olvido y las hojas secas
nunca beneficiará al sistema y
en otoño las mareas vivas arrancarán las algas.

Ha robado la acuarela de la primavera
para pigmentar las piedras de esperanzas,
y ha resbalado todo, porque no previó
que la pintura estaba fresca…
Ha tendido alfombras gelatinosas
y al transitar sobre ellas rompieron el silencio.

Cabezas duras, revestidas de pañuelos glaucos,
para protegerse del sol de la tarde.
Piedras, inquebrantables y pensantes,
de ojos abiertos bajo el agua,
con mitad del cuerpo en el mar y la otra, en la arena,
harta del aferramiento de las algas, cangrejos y moluscos.

Nunca el mar se atragantará con algas protistas.
Ni Judas Iscariote recogerá algas eucariotas.
Quizá vuelvan barcos repletos de vegetales saludables,
y finos lengeries de encajes maiderenses,
y se extiendan sobre la arena del mar de los Sargazos.

Mientras tanto, seguirán marinando lechugas de utilería,
y rehogando las verdades indiscutibles con mentiras,
porque es evidente que sus membranas,
no constituyen un bello tejido
y las algas no reproducen flores amarillas,
sobre en ese mar de amores.

29 de junio de 2018

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