Cuando ya no quede nadie en casa
yo estaré para sostener sus paredes
y el techo que las cubre.
No se trata de dónde se viva mejor
—¿qué es vivir mejor?—
se trata del hogar,
de esos trozos de madera que me forman
de los huesos de su historia
del hombre que hizo de mí.
Cuando todos se hayan ido
sin ojos en las espaldas y los bolsillos
generosos para la promesa
yo me sentaré de cara al mar
y abriré el álbum de fotos.
Lentamente, como quien no espera a nadie
para cenar, limpiaré sus páginas
de todas las ausencias.
Y habrá tanto espacio en la casa,
en el álbum, en los afectos.
Eso sí, nunca faltará una vela
encendida, una luz para el camino:
luz para que los que parten recuerden —
si así les dicta la nostalgia—
de dónde son; para que los que llegan—
si así lo quiere la suerte—
sepan que la casa vive
que adentro ha quedado alguien
para sostener sus paredes y el techo que las cubre
que adentro mis huesos forman parte
del pilar
No hay lugar que desprenda más nostalgia y melancolía, que la casa familiar vacía…lo sé por experiencia.
Tú la llenaste con este poema tan cálido y precioso.
Muchas gracias, @wallacegere, yo contento de poder estar otra vez por estos lares, escapando un poco del día a día que no da demasiado margen. Contento de leerte otra vez. Abrazo.
¡Qué excelente! Aquel espacio, tan grande espacio visto en el albúm. Y la vela encendidad, como señal que alguien espera. ¡Lo máximo! dicen en mi país. Con la confianza un gran abrazo.