Al atardecer

Vea usted:
Yo no tengo algo de qué hablar sino de todo,
porque nunca llevé un master en nada.
Era la vida misma mi escuela y mi enseñanza
y de ahí saque lo poco que guardo en la canasta.
Me acostumbre a los días sin sosiego,
haciendo de todo lo que no tuviera importancia.
Amigos iban y venían entre la noche y el día
y no hay quien pueda decir que me conoce,
aunque fuera un libro abierto para las palabras.
Amores tuve pero ninguno pudo ver bajo mi piel
y mi piel cambió en más de una estación,
pero no la sangre que corría debajo de ella.
En cuestiones de andanzas caminé mucho
y sigo caminando buscando al que perdí,
porque en algún recodo del camino se quedó
el que venía siendo y no pudo llegar aquí.
Ahora no me abruman los días sin mañana,
me sigue gustando vivir sin calendarios, aunque
se me amontonan los proyectos inacabados
que nunca pude llegar a concretar,
como estos dichos mismos que ya están
dejando de ser lo que quieren ser,
y ya se va la tarde con mis devaneos,
buscando con quien compartir un café
y hablar de poesía o de lo que disponga usted…

4 Me gusta

No sé tus reflexiones son tan puras, tan reales, tan desprovistas de capas que calan en el sentir, me gusta tu literatura!! Saludos!!!

1 me gusta

Me gusta, se siente como un franco monólogo, sin un dejo de recriminación, más bien resignado. Un abrazo.

1 me gusta