Cuando en tus ojos contemplo la luna
como una navaja en cuarto creciente
se encienden las tinieblas de mi penumbra
y se apaga el misterio en la noche mortecina.
Y en esos ventanales
que son el iris vítreo de una pupila azul
quisiera yo perderme
para encontrar mi sonrisa menguante.
Cuando a tu cintura fértil me abrazo estéril
soy un Purshópok perseguido por el dios Aiapæc
que contempla las manchas lunares de tus senos.
Y eres -así-
(Diosa lunar),
la Mamaquilla que me protege.
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Cómo no amar la luna…,
complice y confidente amorosa de todos los sentires que ella misma provoca y patrocina, contradiciendo a Aiapaec, sempiterno apagador de fuegos carnales…
Amigo Pepe, ese verso magistral: -Cuando a tu cintura fértil me abrazo esteril…-
te lo apludo.
Fuerte abrazo
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La luna y sus misterios ¡cuántas veces provoca al poeta!
gracias por tu paso
un abrazo
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Gracias a ti, amigo.
Abrazos
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Un placer
abrazo
Ay, la misteriosa luna.
Bello…
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