Se asoman a la ventana,
y pulcras, las manos tocan,
como un goteo
que desliza la transparencia de los ventanales,
el ruido que mecen
los tallos de junco.
Kaeil Arbas
Se asoman a la ventana,
y pulcras, las manos tocan,
como un goteo
que desliza la transparencia de los ventanales,
el ruido que mecen
los tallos de junco.
Kaeil Arbas
Una imagen preciosa y exquisita, me encantó!
Saludos, Sonia.
¡¡¡Precioso cuadro el que has “pintado”!!!
Hay algo mágico en los ventanales de cristales nítidos que, dan al jardín y su espejado estanque… donde los caballitos del diablo —libélulas— revolotean en la incipiente llovizna, fungiendo ellas como helicopteradas ninfas, hadas frágiles, de ennervadas alas de celofán vidriado.
Tu poema es la congelación de un fugoso instante, haciéndolo eterno.
¡¡¡Gracias!!!
…
Muy bueno!! Un gusto leerte. Saludos cordiales.
Muchísimas gracias! Llena de luz recibir comentarios tan llenos y bonitos, un abrazo!
Muchísimas gracias! El placer es mutuo
La resonancia de mis palabras es más fuerte cuando predican inspiración - tan ajustada a mis vivencias - y me recuerdan el motivo de mi vuelo
Gracias a ti!!