(A una agorafobia maldita. Vivida desde que era un infante hasta la actualidad.)
Voy a morir de pie, yo; voy a morir por sus acciones, sus deseos y sus graves anhelos.
Voy a morir encadenado a las grilletes que se posan en los más remotos muros de mi alma.
Ya estaré muerto cuando alguien encuentre mis pertenencias;
seguiré con agonías y desdichas cuando esté delante del pasillo renegrido por la oscura soledad,
donde mis gritos no serán escuchados.
Mis grandes deseos de vivir se habrán esfumado.
Y yo, asustado, me evaporo en el centro del mundo, tratando de huir.
Aun en desgracias, busco la forma de atarme a la felicidad y al placer.
Pero ya es tarde: la dominación, la tiranía de la agonía, me atrapó.
Me encadenó al muro de la hedionda infelicidad.
Polvoriento y solo, yaceré en el suelo, maldiciendo el no haber sido la utilidad que se esperaba de mí.