Los poemas surgen a veces empujados de otras cosas que no son obvias o de cosas que no tienen nada que ver… Es mi caso, los “stop” de un rojo ultrájico de un vehículo puede generar en mí un poema erótico donde hablo de labios turgentes y así por el estilo.
Pareciera que estabas en el Parnaso, en uno de sus templetes aledaños a la fuente Castalia, estabas ahí, retozando con las Musas, fumando todos juntos por turnos, la sagrada pipa de la paz… Regresaste de allá, iluminado… De ahí, este poema.
Te agradezco mi amigo por tus palabras, que añaden sangre y calambres, ritual y peregrinación al vértigo. ¡Me siento muy honrado, mi amigo poeta! Un abrazo grande, Alexander
No, compadre: el honor —envidioso— es mío. A veces cuando uno lee un poema, inexplicablemente, puedes ver las imágenes que sobre ti avientan las palabras… Este poema tuyo, no sólo lo he visto en mi ensueño sino que también me ha emocionado el corazón potranco… Yo me dije: «¡¡Coño!! ¿¿Por qué yo no escribo así como Héctor de Troya?? je, je, je…
A mí me fascina cuando un poema llega, y me zarandea… Y Ud. acaba de hacer eso comigo.
Sí, es cierto… Me hiciste acordar del escritor, historiador y poeta —entre otras cosas porque su currículum es dilatado— Rafael Arraiz Lucca, él dice que prefiere leer poesía porque escribirla, duele…