En un principio fue la luz.
Luego llegó el hombre.
Es decir, yo.
Yo circular.
Yo insomne.
Yo burbuja al pairo.
Ah, pero en mis pensamientos
el finito de tus ojos se cruzaba
con el infinito de mis tedios.
Así que pedí a Dios
el finiquito de mis añoranzas
y me matriculé al punto
en ciencias carnales.
Para convertir una costilla de Adán
en ti, mi espléndida Eva.