Acércate,
ahora un poco más, palpo el quemazón;
bésame, bésame que brasa el astro en su amanecer,
me quiero avivar.
Partí sin ser experto, y ya no siento;
no estoy presto a desasir,
átame, átame que aún vives en mi verbo,
más mi afición por ti es feraz terruño.
Perderte fue el sustantivo en mi oración, puntos en suspenso;
soy ánima flameante, fino, tanto que me enhebro,
hilo viejo y tan negro como la soledad,
me mata el tic tac, espeluznante.
Sigo sin ti, con el humor a flor de miel,
desorientado, sin ritmo en los pies,
escuchando canciones de Silvio y Joaquín,
espero; me enhebro sin tener porqué.
Andaré remotamente, en el bulevar prenderé y fumaré esos recuerdos;
tomaré mi vida prestada de nuevo,
el fardo pesado está, en tropel los volcaré en alta mar;
mientras los veo planear, entenderé el níveo quebrar de esas olas malcriadas.
Ya no me extiendo, vivo mil momentos sentados frente al ponto,
sin rodeos, sé que no estás y te sigo esperando;
duermo entre borrachos versos, baladas mañaneras,
entre romances de cartón, coplas con algo de razón.
Ebrias están mis sandeces, rimando segundos comprometidos,
susurrándome que te recuerde, me estimula suponerte, tocarte,
círculo de vicio, es un no parar, y te sigo repitiendo mil veces más;
acércate, esa calidez atiza mi vigor.