Acerca de la categoría Poesía japonesa

La poesía lírica japonesa, de gran influencia en Europa en el siglo XX, se remonta al siglo VIII d. C. y una de sus formas más populares es el haiku, una composición de tres versos de cinco, siete y cinco sílabas, en la que una imagen visual se contrasta con otra, sin comentarios, o a una imagen sigue una reflexión concisa y a la vez fugaz.

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Gracias por el texto . Saludos.

Muchas gracias por la referencia! Saludos,@osvid!

David ,buenas tardes.

Creo que este escrito publicado en el Diario de Burgos aporta un análisis interesante sobre el haiku.
Suelo trabajar este tipo de composición publicándolas en Poémame y tengo que confesar que me siento a menudo como un outsider,un intruso ,tratando de emular a los maestros japoneses.
El ejercicio se traduce entonces en algo forzado;yo veo muchas veces la silueta del Moncayo ,pero el Monte Fuji me queda un tanto a trasmano,Me puede al final el reto intelectual
creativo.
¿Y el Kigo? imprescindible… me pregunto cómo se las arregla un haiku entusiasta de Ecuador para trabajarlo, máxime cuando en ese pais no tienen estaciones.
Un abrazo

20 DE FEBRERO DE 2014, 0:00

A.S.R. / Burgos

Nieve, sueño matinal en primavera, pompas de jabón, cola de caballo, perejil japonés, girasol, cielo despejado de otoño, carámbano, hoguera al aire libre, flor de melocotón, hoja rota de loto… Se dibujan estas palabras en el cielo japonés y sus poetas (haijines) las cogen para escribir haikus, esos poemas de tres versos de 5, 7 y 5 sílabas que evocan la naturaleza. Estos vocablos se denominan kigo y enmarcan el poema en una de las cinco estaciones que contempla el país del sol naciente: primavera, verano, otoño, invierno y año nuevo (del 1 al 4 de enero). Existen diccionarios (Saijiki) que las compilan para servir de guía a esos escritores y que también lo han hecho con Elena Gallego y Seiko Ota en la antología bilingüe Kigo. La palabra de estación en el haiku, que se presenta hoy en la Sala Polisón del Principal (20 horas).

Debajo de esta lluvia de kigo estarán la coautora burgalesa, el editor, Jesús Munárriz -Hiperión fue pionera en la publicación de estos poemas japoneses en los 80-, el escritor Óscar Esquivias y Fernando Rodríguez-Izquierdo, especialista en literatura japonesa y prologuista del libro.

Kigo. La palabra de estación en el haiku reúne una selección de poemas de autores clásicos y contemporáneos, clasificados según el kigo utilizado. Las autoras recogen el poema en caracteres japoneses, su pronunciación en esa lengua, su traducción al castellano y el kigo usado.

Puede parecer exagerada la importancia de esta simple palabra. Elena Gallego explica que allí tiene todo el sentido por el valor que la naturaleza tiene en su cultura. «El concepto es diferente en Occidente y en Japón. Nosotros nos consideramos por encima de la naturaleza, esta está para servir al hombre, es una idea cristiana, pero en el budismo el ser humano está a la misma altura, se funde con ella y hay más sensibilidad. Nosotros tenemos cuatro estaciones y punto y ellos tienen cinco más 24 subestaciones», arguye y matiza que el «haiku es la poesía de la naturaleza, que está viva y da cabida a toda clase de temas, desde paisajes a fenómenos naturales, flora, fauna, acontecimientos humanos, festividades, vida cotidiana, sentimientos…».

Los criterios de selección seguidos en este volumen son dos: la belleza del poema y que se entendiera en español. «España y Japón están muy alejadas geográficamente e implica muchas diferencias desde el punto de vista cultural y puede haber un haiku cómico o erótico que al traducirlo pierde esa chispa», comenta y apunta como uno de los valores de la antología la presencia de poemas de autores contemporáneos, que hasta ahora no se habían traducido ni publicado aquí.

Aparecen desde los grandes poetas clásicos como Matsuo Bashoo (1644-1694) a otros aún vivos como Morita Tooge o Takada Fuujinshi.

¿Se podría poner a la misma altura a los autores españoles que también escriben haikus o es un sacrilegio lo que hacen?

«El haiku es una forma poética japonesa y al trasladarla al español se desvirtúa porque se extrapola a otra cultura, pero es deseable y enriquecedor que disfrutemos de distintas culturas y los escribamos en otras lenguas, aunque sí pierde su esencia. Es como el soneto, que es una forma occidental que en francés y español suena bien, pero en japonés se antoja largo. Allí tienen otros códigos culturales y la comunicación verbal es menos importante, ellos sacralizan el silencio, a lo que llaman ‘leer el aire’, adivinar lo que piensa la otra persona a través de sus gestos, miradas… Nosotros somos más directos, al pan, pan y al vino, vino, ellos no entienden porque hay que definirse en sí o en no, prefieren el tal vez, ya veremos, quizás, no sé… Un haiku es un mundo sutil y ambiguo», detalla la profesora de la Universidad Sofía de Tokyo, que hace veinte años hizo las maletas y empezó a construir un puente entre ambas culturas.

Elena Gallego confiesa que guarda en su cajón haikus propios, pero aún no se atreve a sacarlos a la luz. No lo descarta, pero de momento se deleita leyendo los de otros y aprendiendo a dibujarlos con los kigo que se le insinúan. Chimenea familiar, espigas caídas, hojas coloradas, niebla, luz primaveral

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