A una extraña flor

Te me pareces a la flor del cactus;
la maravilla del desierto hostil,
que, se subleva grácil, en lapsus
de las arenas muertas, sin un fin.

Te me pareces, ¡oh!, amor, y espina;
el colorido pétalo sin sed.
¿Cómo es posible? Cánticos de vida.
Inverosímil tiempo que se ve.

No, ni siquiera el acendrado loto
se te pudiera parecer jamás.
Te me pareces… Joya del decoro,
a lo que ves un tiempo y ya no está.

Como bonanza rara te pareces…
Te me apareces flor de mis quereres.

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