Se asomó por la ventana a ver el mundo y acabó de rehén del viento.
Iba aullando calle abajo a galope salvaje celebrando a carcajadas su emancipación inapropiada.
Se contoneaba alrededor de las quietas farolas grises que la observaban con resignación sabia de vejez metálica.
En pequeños remolinos desataba su locura ingrávida acompañando a las hojas del parque.
La erosión de los aterrizajes se reflejaba en el logo del super de pegajosa melodía donde apareció su
conciencia de clase obrera.
No queda mucho para que vengan las lluvias, ya imagino su estéril cuerpo rajado y sucio, un harapo de petróleo descuidado en esta ciudad barragana.
Proscrita y odiada, sepultada entre sobras mundanas.
Nunca pensé que podría gustarme un poema con una bolsa de plástico como protagonista, pero tú lo has hecho posible.
Te felicito, Teresa.
Me ha encantado.
Me encanta. …me viene a la mente una frase de Luis Brea , en la que habla de otras " bolsitas de plástico" que te pueden llevar al cielo y muchos infiernos. La canción se llama " Mil razones"; te invito a escucharla.
Un abrazo!!