A tus manos...¡un altar!

¡A tus manos…, un altar!

De maderas nobles te haría

una escultura

Tus manos de infatigable hacedor

pondría en arte…

Porque todo lo que tocas

lo transformas…

¡Oh, manos voladoras como las alas

de una blanca paloma!

teñida de bronce

por tantos soles que en ella

se han dormido…

¡Oh, las manos de mi amado!

Ni rugosas, ni ásperas

si hay en ellas algo de dureza,

es por el trabajo con ellas

forjado…

Suaves, gentiles…

¡al tocarme dicen tantas cosas!

enmudecen la boca

y grita el tacto

La caricia amorosa viene de ti

y el apretón de manos amistoso

¡Vuelen! oh, gráciles dedos

de su mano

¡vuelen! y surquen el aire

con toda pasión de creación,

Las manos de mi amado

me dan cobijo

y me protegen, fieles guardianes

de todo mal, de todo temor

Tus manos, ¡oh incesantes

creadoras!

Ofréceme con ellas un trozo

de pan

Y estaremos unidos

fuertemente entrelazados

tus manos y las mías…

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