Chirrían los goznes en la puerta del ocaso.
Y yo me pierdo
en ese espacio ingrávido y de nadie
entre la tierra y el cielo
donde gravitan los graznidos de la tarde.
A lo lejos,
crepita un fuego incandescente,
arde el sol hacia poniente.
Son latidos sonoros
de un crepúsculo que se desgarra,
que aún no cicatriza
y se queja
en su herida de colores
encendidos.
Bello, melancólico y silencioso discurrir por tus versos, entre esos pueblos cuya alma humana prácticamente dejó de existir, la desolación invade hasta sus aires, la triste decadencia de la despoblación, el cierre es precioso y rotundo, esa piedra como una apisonadora!!!
¡Qué belleza, Maria! Veo en tus versos una hermosa descripción cargada de imágenes como si tomaras una foto de nuestra España Vaciada y me recuerdas al Gran Antonio Machado, en su descripción de los Campos de Soria. ¿Qué diría hoy de las ciudades?
¡Qué gusto leerte! No me canso de decirlo.
Un fuerte abrazo compañera
El ambiente que recreas invita a pensar en el costumbrismo de Ferlosio y Delibes, además hay un poso de sosiego en tu poema que quien se embebió del encanto rural identificará gratamente. Muchas gracias por tanta belleza, María.
Gracias, mi Horten! Con este poema y otro más, voy a participar en el reto “Sonoridad”, ya tengo hecho el vídeo! Mañana se lo envío a José Luis. El primero que hago recitando…
Besitos fuertes, amiga!
Muchas gracias, Mina! Es cierto, ese problema de la despoblación es muy serio y tiene difícil solución, amiga. Me alegra mucho que te guste. Las piedras se hunden y no en el agua precisamente…
Muchos besitos!
Muchas gracias, querido Edel! ¿Qué diría Machado de esa sangría del mundo rural…tan amante de la naturaleza y de la vida sencilla como era ? Preguntas al aire…
Un abrazo fuerte, amigo!
Gracias a ti por leerlo y por esas palabras, David. Has nombrado a dos grandes autores de la prosa castellana que yo admiro. He leído mucho a Delibes, uno de mis novelistas favoritos, de los grandes del siglo XX y qué decir de “El Jarama” de Ferlosio… Tengo mucho que aprender de ellos.
La España “vaciada” asoma a veces por mis versos… suelo perderme por entre sus calles y campos en esos pequeños pueblos casi desiertos…
Un abrazo!
Pues yo lo encuentro maravillosamente sonoro… chirrían los goznes, crepita el fuego, latidos sonoros, murmullos, siseos, aleteos, campana… hasta que llega la hora y llega el silencio… el silencio delos pueblos, el más profundo que he oído.
¡Sublime!
Qué imágenes preciosas, de matices arrebolados y sonidos armoniosos!
Es un encanto tu poema, María, una real obra de arte!!
Abracito melodioso y atardecido, compañera!!