Pero aprendí a decirle si a los negativos,
a maldecir a quien bendice a medias tintas,
a perdonar a quien más fuerte me haya herido,
en fin, a ser un dos caras de primera.
Si fuese por los cientos de malentendidos,
que me han llevado a estar de frente a la metralla.
Esos que nunca me han querido dar por vivo,
tendría que emparentarme a la desgracia.
Si me rigieran las personas que negaron
hasta el más simple de sus vicios,
sería solo una respuesta al acertijo,
una gallina en el campo de batalla.
Si me escondiera cada vez que hace frío,
tendría que mudarme de aquella montaña.
Reconocer que amanecer a sotavento,
no siempre nos otorga una ventaja.