No me muestro ante el mundo indiferente
sino que por pudor preocupado,
mucho temo el haberme equivocado
al no ser de mis fallos consecuente.
Fácil me habrá fallado el don de gente
al mostrarme tozudo y reservado,
de forma que morirme hoy en pecado
no me harbá de inquietar precisamente.
Por eso sin aplausos ME DESPIDO
como ha venido siendo mi costumbre
desde que me sacaron de la cuna,
consciente de que rápido el olvido
ha de borrar cualquier incertidumbre
que se pueda estimar inoportuna.