He almorzado solo ahora, y no he tenido
madre, ni súplica, ni sírvete, ni agua...
César Vallejo
Las espinas se cubren de ceniza,
de rostros detenidos en un verso;
en esa amarga alquimia, de universo,
desengaño y belleza, tan huidiza.
He desafiado al tiempo que agoniza,
a ese instante preciso, a ese perverso
momento de tu muerte, a ese reverso
de la luz más perfecta y quebradiza.
Madre, ya las palabras son olvido;
apenas si una brisa sin sentido,
la torpe ceremonia de la nada.
Sólo queda el recuerdo de una herida,
de una llaga sangrante y dolorida,
como esa luz tan triste y devastada…