Gracias Nora, la madre siempre provoca ternuras inefables y ya cuando la ves desvalida, como bebé indefenso, se queda el alma en vilo. Un saludo cordial.
Yo pienso María, igual a ti te ha sucedido, que en la angustia, el dolor y la tristeza , los efluvios de la musa se multiplican y embalsaman la aceptación con visos de esperanza. La poesía aligera la carga del dolor, aunque dolorosos broten los versos y valga la redundancia. Un abrazo y mi enorme gratitud por leerme.