Mi madre está mirando la montaña ;
mientras , yo la contemplo en la distancia,
con la mirada absorta de esta infancia
imposible, que oculta lo que daña.
En mi retina queda esa artimaña,
esa breve ilusión , esa fragancia
del tiempo recobrado, la sustancia
de una tarde cumplida, que no engaña.
Te echo tanto de menos, madre mía,
que planeo tu recuerdo cada día,
y vuelvo a ser el niño ensimismado;
este, que desde un hondo sufrimiento,
sabe que todavía me reinvento,
en un atardecer, contigo al lado.