A los catorce años, los poemas,
las mujeres y las estrellas
son infinitos, como los sueños.
Los ojos olvidan pronto
pero suspiran por lo que vieron.
A los catorce años, es imposible
dormir la siesta y se deambula
por los rincones, buscando sombras.
Preside una adelfa en flor,
mayo es el recuerdo tenue de la luz.
En la adolescencia todo está por descubrir, no hay tiempo que perder, hay que vivir la vida como si terminara mañana. Lo has descrito muy bien en tu poema. Un saludo.