…
Ese pequeño hombre
lleno de nogales
y sed,
de estampidos.
Se levanta como una rosa
en un tren,
con la fuerza de aullido
y su poesía de nieve.
Se cicatriza.
Se oye de lejos en las colmenas
y en hospitales;
Ese pequeño graznido
entre tréboles australes
como lirios ordenados a la par del rocío,
se diluye en la fiesta de los tallos.
así como la sangre que canta
desde un vientre materno,
como una piel que se despega en la lluvia,
así
me verás llamar
y buscar nuevamente
a las orillas tibias