Musa etérea de locura divina,
son tus versos la luz del pensamiento,
susurro fiel del alma en su tormento,
del sueño y la razón dulce rutina.
Eres del tiempo imagen peregrina,
un eco eterno, ráfaga en el viento,
das forma al llanto y gozo en un momento,
en tu latir la vida se adivina.
Pintora audaz del mundo y sus desvelos,
das a lo oscuro lumbre y armonía,
tejido de oro entre los terciopelos.
Sin ti, la voz se torna lejanía,
y el corazón, sin alas ni consuelos,
muere sediento de melancolía.
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