Son ya tantos días ocres,
tan añejos a veces, tan cansados,
envueltos en ese humo denso tan amargo al tacto.
Grita la ausencia en el pecho,
efluye el fonograma por la boca,
último aliento.
Ignoro quién rompió los lazos y dejó las cadenas,
si todo era un silencio amable,
que recuerdo áspero ahora
duerme taciturno entre las manos.
La grieta se hace ancha,
los pies resbalan al filo del silencio:
en las garras del miedo,
la poesía muda se va resquebrajando…
Aire, aire…
necesito aire para seguir andando;
y esta quietud insana apoderándose de todos los espacios.
Hambre de caricias, hielo en el destierro,
palabras que se buscan, y ahora,
sólo son escarcha en la mirada, tan de hielo,
que el frío es el que manda en este cuerpo.
Nada se detiene,
a pesar de tener el corazón exhausto;
La grieta se hace ancha,
los pies resbalan al filo del silencio:
en las garras del miedo,
la poesía muda se va resquebrajando…
Aire, aire…
necesito aire para seguir andando;
…
/ Poesía muda que se resquebraja hasta recuperar voz y extender su manto en cada lector. Me has dejado perpleja querida poeta. Cubriste de un halo azul de un frío extrañamente cálido mi mañana Argentina Ze.
Bellísimo le queda pequeño a tu poema.
Un saludo!
Que versos más desgarradores, es como entrar en el túnel del abismo y necesitar ese aire para agarrarse a la vida!!! Una imagen muy impactante, poeta!!!
Me dejas exxtasiada, Ze! Esas imágenes tan potentes, tan apasionadas
“La grieta se hace ancha,
los pies resbalan al filo del silencio:
en las garras del miedo,
la poesía muda se va resquebrajando…
…
Hambre de caricias, hielo en el destierro,
palabras que se buscan, y ahora,
sólo son escarcha en la mirada,
tan de hielo,”