A esta flor y estos años

Nació en mi pecho, justo al lado del agujero. Era una orquídea de tonos morados y rojos.
Se posó junto a mi corazón, echó raíces, hizo de mí su hogar. Con el tiempo creció con tanta fuerza que me quebró un par de costillas, en los poros de mis huesos entró, sus pequeñas raicillas me tocaban hasta los tuétanos. Aun así, era feliz por su compañía, por su fuerza vital, porque me recordaba a mí mismo.

En los días de verano, su flor crecía a tal punto que salía por mi boca. Sentía sus hojas por el interior de mis mejillas, me daba comezón. Los días de sol, en las mañanas, venían y se posaban sobre nosotros, es decir, sobre la flor y sobre mí, una que otra abeja regordeta que en su labor de polinizar dejaban caer algo de néctar que bajaba hasta mi lengua y me permitía sentir su dulzor.

Yo amaba mi flor y me hice uno con ella. Por todo un poco. Porque me recordaba mi hogar, los buenos días. Las mañanas de desayuno en la cama. Los primeros “te quiero” y cómo palpitaba mi corazón cuando me enamoré la primera vez. Su calor traía consigo el sabor de un buen almuerzo de mamá, de la cama con sábanas limpias, la tranquilidad de alguna novela de la TV nacional en la noche. Para mí esa flor era muchas cosas.

También sentía tristeza cuando se marchitaba en los inviernos. Mi flor se secaba, pero su raíz seguía intacta. Yo la cuidé para que siguiera intacta. Cuando sus pétalos se desvanecían recordaba por qué terminé aquí, con el pecho agujereado, con toda esta tierra encima. Se suponía que venía por trabajo, por cosas buenas. Pero de un momento a otro terminé aquí abajo, con mi flor que me acompaña y me adorna estas cicatrices, que me mantiene vital aunque no respire.

A esta flor y estos años. Hoy me encontraron. Mamá supo de mí porque la flor se lo contó. Vinieron unos tipos, todos vestidos de blanco, acompañados de otro que estaba el día que me dejaron aquí. Al parecer él les dijo dónde estaba. Me sacaron todo completo y yo estaba contento porque ese día la orquídea estaba florecida como nunca. Mamá y papá lloraron. Yo estaba feliz de volverlos a ver.


Relato conmemorativo a los asesinatos selectivos y extrajudiciales que se vivieron en Colombia a partir del año 2002 y que dejaron como saldo, a la fecha, 6402 jóvenes asesinados.

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Un documento valioso. Lo Aplaudo Daniel @Dafeleh

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Gracias por tu amable comentario, Lúdico.

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