Allá fuera, en el humano ruido, algunos entretienen el tiempo con absurdos; otros fuman, beben, tararean, insultan, maldicen, juegan con el ruido estruendoso de los bares. Cumplen un destino que los deja vacíos como si fueran aves nocturnas, murciélagos perdidos, vampiros de la noche. Yo en cambio, invento nombres, derribo murallas, imagino ríos por donde corren piedras; busco palabras efímeras que solo yo comprendo, de esas que se forman en las nubes; así, viajo en silencio a mis adentros donde no vive nadie.
Y es en esa intimidad perfecta, donde multiplico el amor con las palabras. Este corazón conoce mis latidos porque entiende que vivo como yerba fresca, ligera, sin equipajes innecesarios y sin el peso insoportable de los días muertos. Es por eso, que todos los días, enciendo una vela blanca en medio del silencio y la luz que me ilumina, me ayuda a disfrutar esa paz a solas, esa paz…a cielo abierto.
Una prosa inmensamente hermosa!La Libertad y liviandad que produce el tener mundo interior…no sentir la ansiedad del estímulo externo,mundanal!Ser sin complicación y conflicto…me encantó tu escrito, Lucía!Un gran abrazo!
Me has sacado del bullicio de “living la vida loca” hacia la paz y sosiego de esa vida etérea, entre ciudad y bosques de luz, sin niebla. Esa vida profunda, interna.
El ruido, los afanes del mundo aturde. Me encanta la forma como nos envuelves con esa paz que sólo la podemos encontrar cuando estamos solos. Muy lindo. Abrazos cariñosos.
Me encantaron tus palabras, me identifico con ellas…
La belleza y el mundo interior que nos da la poesía, vale más que el más grande tesoro…y nos llena y nos hace crecer sin igual!
Abrazos fuertes, poeta! Salud y mucha poesía!
Qué bueno que te identifiques con mis palabras puestas en la prosa. Abrazos fuertes para tí, querida María. Mucha poesía para ti también, que es la que nos hace vivir todos los días.