Elementales del bosque
(5 Zadén con acento melódico)
I
Son las hadas furtivas de las flores
que pincelan jardines de colores
y engalanan el lienzo mañanero
esbozando el paisaje en acuarelas
con la magia que brindan con estelas.
Danza al vuelo con trinos el jilguero
anunciando que llega un nuevo día
en la brisa al soplar desde el estero.
En el bosque se anega en sinfonía
bellas notas que traen su armonía
del murmullo del árbol su ramaje
con el viento cantando una canción
como flautas rozando la ilusión.
Se discurre la lluvia del celaje
petricor el perfume de la tierra
impregnando en rocío que se aferra
cuyas gotas regalan su brebaje.
II
En la cumbre se asoma el sol naciente
fugitivos sus rayos del poniente
que medrosas se esconden en las nubes
despertando silentes girasoles
al teñirse en brillantes arreboles.
Celestiales y esbeltos los querubes
con sus coros nos cantan melodías
cuando trepas los árboles y subes.
En lagunas extensas y bravías
que onduladas reflejan fantasías
sigilosas las ninfas se sumergen
humectando en rocío pastizales
que se mecen con brotes matinales.
Y las náyades cándidas emergen
de las fuentes que arrecian en neblina
como el agua que cae diamantina
en la tierra con charcos que se aspergen.
III
Se desprende la magia desde el monte
en las luces que trae el horizonte
es hermoso este cielo sideral
donde céfiros soplan con hechizos
emanando ventiscas en carrizos.
El arroyo es divino y ancestral
en el bosque se escucha tan risueño
con sus célicas aguas de cristal.
Nebulosas me cubren como un sueño
en la mágica noche del ensueño
duendecillos festejan en el prado
con zanfonas y un poco de licor
bajo astrífero cielo en su sopor.
Como lumbres de estrellas han brillado
chispeantes las alas de las hadas
en el vuelo danzantes en posadas
de los elfos donde ellas han llegado.
IV
En el bosque sombrío danzas luna
con tu grácil reflejo en la laguna
los luceros se acercan para verte
difuminan el cielo con sus brillos
que fulgentes encienden los castillos.
Rebosantes luciérnagas con suerte
luminosas estrellas del jardín
que en alígeros rayos la luz vierte.
Las auroras invaden el confín
de las cumbres nevadas hasta el fin
son verdosas las luces taciturnas
que bosquejan la onírica pradera
cual el cuadro que pintan en la esfera.
Con el lodo los suelos embadurnas
duendecillo travieso en las montañas
al jugar circundando las cabañas
donde habitan las sílfides nocturnas.
V
Se derraman del cielo tonos grises
difuminan los valles sin que irises
con los rayos del sol en la pradera
blanca nube gigante que nos cubres
con tu espuma sedosa y te recubres.
Los dragones cruzando por la acera
con sus alas enormes en su vuelo
escupiendo sus flamas por do quiera.
Ya los bosques se incendian con recelo
llamaradas que invaden todo el suelo
se dispersan dejando sus cenizas
matizando de negro los boscajes
con carbón en los cálidos paisajes.
La llovizna ahuyentando todo el fuego
fuertes vientos nos trae con tormenta
con las llamas que trae y que calienta
el guiverno acechando su sosiego.
5 Zadén (con acento melódico)