Cuando murió su hija o sea, mi mamá, la llevaron con la mentira de que era una amiga de la familia y en efecto, mi abuela llegó preguntando que quién era ella y nosotros.
Por un lado estuvo bien porque no sufrió la muerte de su hija.
Un brazo que se alza al inalcanzable cielo es tu poema, querida Galilea!
Una enfermedad que quisiera angostarse para no dar más cabida a nuevas huellas!
Abrazo, noble poeta!!