Antes de que se cierre el telón,
de que abroches tu camisa
y te ajustes la cintura,
déjame darte un último vistazo
tal y como te quiero recordar:
Vestida de juego y encanto.
Déjame repasar de nuevo
las constelaciones de tus pecas
y sus interminables significados,
perderme entre las curvas
en las que se desvanecen nuestros límites
y permíteme, por última vez,
acariciar con un breve susurro
esas cicatrices mudas que luces
como mil historias por contar.
Vé, serena y pausada, allá donde debas ir,
y recuérdame así,
contemplándote en silencio todas las virtudes
que me dejo en el tintero.