“La mujer despertó.
—¿Con quién hablas?
—Con nadie —dijo el coronel—. Estaba pensando que en la reunión de Macondo tuvimos razón cuando le dijimos al coronel Aureliano Buendía que no se rindiera. Eso fue lo que echó a perder el mundo.”
El Coronel no tiene quien le escriba.
Gabriel García Márquez
Nadie conoce el sufrimiento de la espera.
La incierta mañana que no llega;
que se derrama en la osamenta, gris,
de madrugadas sin caminos , sin nada
a lo que aferrarse, cuando la esperanza
se ha podrido en una incertidumbre sin final posible.
Y el hambre corroe las viejas palabras,
la lentitud de las promesas,
la implacable dignidad
de los que ya han muerto sin saberlo.
Nada queda de las guerras, de la juventud
malgastada en batallas perdidas,
en los jirones de las sucias banderas
que ya nada significan.
El mundo ya está vencido. La carta que devuelva
el honor, la rabia, la sangre derramada,
ya es una quimera en los ojos del anciano coronel,
en la última batalla perdida.