Pongo la piedra
y ya no espero
confirmarme.
(si la extraño
es por gusto, creo.
Por el claro gusto
de imaginarla libre,
cabalgando por las sierras,
jugando con los soles
que saltan desde usted
delante de mi alma,
atónita mi alma.
Iluminando un mundo,
un mundo suyo y nuestro,
un mundo sin pared,
sin tiempo,
donde solo se trata de sentir.
Donde descansan las palabras,
al menos por un rato,
se quedan detenidas
en el paladar.
Fatalmente enmudecidas,
rígidas de tanta certidumbre.
Para que no digan
lo que nos pasa,
cuando nos pasa,
eso que nos pasa,
como al pasar,
que no lo digan).
Pasando garabatos
es como paso el rato.
(ahora, la desato,
la dejo así,
sin conjugar.
Infinita.
Sin condiciones.
Me guardo las canciones,
los garabatos tristes,
las piedras,
la bandera.
Me guardo toda esta distancia,
esta eterna presencia
en el viento del mar.
Este caminar despreocupado.
Ya sin el pesado peso
en la espalda de la espera.
Tan sólo respirar
de esta soledad
sin conjugar,
de extrañarla por gusto,
compañera).