En ningún lugar
al final todos los lugares son iguales,
ahí nos veremos
comiendo malvaviscos,
mirando el cielo sin hacer preguntas.
Sumando indignación
por tanta barbarie,
sin poder hacer nada
más que amarte.
Recordando al hombre
que amaba a los perros,
en la crónica de un monólogo
que sabe que es la última voz.
Después de tantos engaños
a la mentira le agarras sabor,
con un poco de amor
la verdad es más que
un souvenir de pasión.
En ningún lugar
al final todos los lugares son iguales,
ahí nos veremos con una sonrisa
aguantando los vendavales.
No pudiendo olvidar tanta barbarie
sumando indignación,
no queda más que el tratar de amarte.
Olvidemos los cuerpos inertes,
mejor no olvidemos
ellos amaban, eran amados.
En ningún lugar,
al final no todos los lugares
son tan iguales.
Mute.
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