Y le dijimos a la noche que no teníamos prisa… Que se lo tomara con calma, que nosotros también íbamos a hacerlo.
No teníamos prisa…
Y nuestros cuerpos bailaron en una batalla, donde los dos ganan. Enredados en sábanas que sobran.
Todo sobra, menos nosotros.
Menos nuestras ganas de amar y nuestra desgana absoluta de que tenga fin.
Abrazos que despiertan la piel y se funden, con gotas de ansias guardadas desde ayer. Sólo desde ayer… Porque es absurdo guardarlas más tiempo.
Dame besos. De esos que saben al almíbar de melocotón dulce y caricias que erizen, hasta la sangre que corre por mis venas.
Susurros que enciende la llama de nuevo. Esa que nunca se ha apagado.
Y de pronto el silencio se rompe y grita. Pero solo nosotros podemos oírlo.
Explosión que arrebata hasta a la luna, que nos observa de lejos. Y se muere de celos…
Explosión que nos arrebata a nosotros, que nos tenemos tan cerca…
Amor, dile a la noche que no se vaya… Que no tenga prisa. Que le ponga pausa.
Que aún tenemos que amarnos de nuevo. Porque mañana…
Mañana, quien sabe…